Y este poema. Otro. Deshabido.
Para qué. Esta voz. Mi voz ciega e imposible. Todo el tiempo golpea. Golpea el alma de verme siempre desprevenida, invariablemente. Estoy
llena de imágenes incomprensibles. Vacía de ritmos que soñaron junto a la gente,
alguna vez. Queridísimos míos: yo no puedo (yo no sé de llaves). Yo no puedo más llevarles pedacitos de día.
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