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El día de horas contadas*


Si te cuento las horas de mi día corro el riesgo de tomarme más de un día en el relato y seguramente acabaría hablando de cosas que no se cuentan -porque sólo se relatan los hechos, ¿no?, y si te cuento los hechos, te estaría mintiendo, ¿no? Igual, si querés, te cuento cortito, lo que quieras, con tal de que no te vayas...

Te cuento que encontré un panfleto –sí, un panfleto: un intento algo fallido de poner los tiempos “en orden”… No me gusta nada que se decrete, que se prohíba, pero escuchá, escuchá bien que te lo leo (y prestá atención que remarco las negritas…):

“Se decreta, entonces, a partir del día de la fecha, que…
1. No se contarán las horas del día; se prohíbe el registro del paso del tiempo en término de días, semanas, meses, años, siglos, milenios; se decreta irrelevante llevar registro del acopio de los días dedicados a dejar huella en este planeta;
2. No se contarán las horas del día, ni las fracciones de horas, ni los minutos, ni los segmentos establecidos por el sol; se prohíbe aquí hallar sentido al corte radical del tiempo en cualquiera de sus formas;
3. No se contarán las horas del día; se prohíbe el uso de la aritmética para realizar sumatoria de tiempos o para hacer cálculos de precisión en relación a conceptos de tiempo-espacio-acción;
4. No se contarán las horas del día; el tiempo se ha concebido para ser un continuo que prescinde de números arábigos, ángulos y ecuaciones;
5. No se contarán las horas del día; quien ose contar minuciosamente los intrincados nodos de cada suspiro de su día será condenado a la incomprensión; y aún peor, quien ose hablar con desprejuiciada sinceridad sobre la emoción a flor de ala en cada aleteo de mariposa, o sobre las cosquillas a flor de estómago detrás de cada beso, o sobre la brisa a flor de hoja jugándose entre el sol y la luna, será víctima de la más severa tergiversación de cada uno de sus relatos…

Un panfleto, nomás, te leí algo cortito... pero no para que te quedes: todas las excusas son historias para que cuentes conmigo.


* Silvina Vital

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